
Ya es difícil aventurarse a ver un estreno de ficción española para que encima te lo anden moviendo según el vecino cambie de opinión. No es la primera vez ni será la última, la contraprogramación es una práctica habitual sobre todo entre las cadenas líderes. No me veo a la 2 contraprogamando Redes para batirse en duelo con sus colegas de Águila Roja, por ejemplo. Contraprogramar no es del todo legal, pero el peaje es más barato que la A-8 entre Bilbao y Donosti, así que todos se tiran a la piscina, y si sale bien, pues a la piscina de los dolars.
Ni Viriato (líder de la revuelta contra los romanos) en su día más lúcido pensó que se enfrentaría a tan temido ejército, el de las audiencias. Al lado de éstas, cuatro romanos en falda se antojan fáciles de aniquilar. Y de Felipe y Letizia ni hablamos, un bombazo. Ahora su creador Joaquín Oristrell dice que él quería hacer una comedia romántica y Telecinco lo ha vendido como todo lo que vende, como un reportaje de investigación rancio...Pareces nuevo Oristrell, haber fichado a Jennifer Aniston y a Ashton Kutcher y no hubiera cabido la menor duda de que tu historia iba a tener un final feliz.
La historia se volverá a repetir pronto, en cuanto vuelvan a estrenar dos chapuzas similares (sino mirad que bien se complementan en el fotomontaje), así que el que quiera seguir una serie española, una de dos que mire la programación ese mismo día o que se tire al río con una piedra atada al tobillo, pero que mire que cubra lo suficiente.